jueves, 13 de marzo de 2014

EN ALMERÍA



Ayer volví a Almería. La ciudad en la que nunca había estado.
Mi bisabuelo se marchó para no volver a finales del siglo XIX.
Mi abuela nunca estuvo allí. Ni mis tías. Ni mi madre.
Yo he vuelto.
Ellas han vuelto.
Él también ha vuelto.

Porque se puede regresar a un lugar sin haber estado jamás.
Se puedo regresar aunque ya no se esté.
Porque en mí permanecen ellos.
El octavo de él.
El cuarto de ella, de ellas.
La mitad de ella.

Todos hemos regresado.
Tal vez por esa razón, hacía tiempo que mi sonrisa no era tan amplia.



Ahí, delante de la catedral de Almería.